el maestro y el discípulo
no están ni pueden estar jamás separados
en modo alguno;
pues la tarea del maestro
consiste en enseñarnos a recibir,
sin obscurecimientos de ninguna clase,
el claro mensaje
de nuestro maestro interior,
y en hacernos cobrar conciencia
de la presencia continua
de ese maestro supremo
en nuestro interior.
Rezo porque todos ustedes
puedan saborear en esta vida
la alegría
de esta perfectísima
clase de amistad.
El libro tibetano de la vida y de la muerte
SOGYAL RIMPOCHÉ
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