Rezo.
Rezo para
llegar a ser un instrumento perfecto.
Le rezo a Dios
para que me libere de ese pequeño ‘yo’ y me convierta en el gran ‘YO’, el
universal.
El ‘yo’ pequeño me dice que lo que puede hacer por mí es destruir el
mundo o traer el mundo a mis pies.
El ‘YO’
universal me dice que soy de Dios y para Dios; que para Dios, el Creador, y
para Dios, la Creación soy sólo amor.
Rezo.
Le rezo a
Dios para que actúe a través de mí y por mí. Cuando actúo por mí mismo, creo
constantes problemas, problemas indecibles e indescriptibles.
Pero cuando
Dios actúa en mí y a través de mí, es todo un logro divino, un logro completo y
perfecto.
Le rezo a
Dios para que escoja por mí.
Cuando yo
escojo, escojo un deseo inconsciente o consciente.
Entonces llega el momento
cuando conscientemente atesoro el deseo, la imperfección, la limitación y la
opresión.
Conscientemente
quiero permanecer en lo finito y en el lodo, en los placeres de la ignorancia.
Pero cuando
Dios escoge por mí, escoge la aspiración, el llanto interno.
Esta llama interna
creciente me hace ascender muy alto, altísimo, a lo más alto, y entonces me
hace descender para ofrecer el fruto de mi realización a la humanidad que
aspira y espera.
Cuando Dios
escoge por mí, escoge el Infinito, la Eternidad y la Inmortalidad.
El Infinito,
la Eternidad y la Inmortalidad – son los términos vagos para aquellos que no
aspiran. Pero para aquellos que aspiran, estas son realidades vivientes en el
mismo corazón de la aspiración del buscador.
Rezo a Dios
que me haga uno con el sufrimiento de la humanidad.
Rezo a Dios que me haga uno
con la humanidad que aspira.
Rezo a Dios
que me haga uno con la humanidad iluminada.
Cuando le
rezo a Dios para que me haga uno con la humanidad sufriente, es porque el
físico en mí, al fin, está mirando la verdad de que no hay final para el
sufrimiento en una conciencia física oscura.
Cuando expando mi conciencia
física, comparto y por lo tanto ilumino la carga de la tierra sufrida.
Pero ahora
la humanidad sufrida no quiere permanecer por siempre en esa condición
deplorable, así que ha comenzado a aspirar.
Cuando ella
aspira, yo tengo acceso gratuito a esa aspiración, porque cuando expando mi
conciencia física, llego a ser uno con la aspirante humanidad.
Entonces,
cuando los sufrimientos han sido finalizados por la aspiración, cuando la
humanidad está volando con las alas de la aspiración, ella entra en el mundo de
la humanidad iluminada.
Es aquí,
cuando llegamos a ser parte y segmento de la humanidad iluminada, que
descubrimos el significado de la vida.
Cuando rezo,
converso con Dios.
Le digo que lo necesito.
Dios me dice – Mi hijo, Me
necesitas ahora.
Pero Yo, siempre te he necesitado, te necesito ahora, y
siempre te necesitaré. – Entonces Dios pregunta – Mi hijo, ¿me necesitas? –
Replico –
Padre, te necesito porque contigo estoy seguro, contigo estoy feliz; sin Ti
estoy en peligro, sin Ti estoy triste.
– Dios dice – Hijo, te necesito para
llegar a ser 'Mi Bote Soñado'.
Te necesito para llegar a ser el permanente Río
flotante de la Vida.
Te
necesitaré para llegar a ser la Orilla Dorada de Mi siempre-transcendental Más Allá.
Cuando rezo
en alta voz, mi oración no es expresiva, y no puedo oír la débil Voz de Dios.
Pero cuando rezo en silencio, cuando rezo expresivamente, escucho la poderosa
Voz de Dios clara y notablemente.
Cuando le
rezo a Dios porque tengo temor, mi oración temerosa no alcanza la puerta de
Dios.
Pero cuando
le rezo con amor, mi oración alcanza cada Corazón de Dios.
Mi oración
amorosa me coloca a los mismos pies de Dios, mi Cielo eterno.
Mi oración
es un magneto y el interés de Dios es otro magneto. Cuando rezo, mi oración
magnetizada alcanza lo Superior y atrae a Dios a la misma respiración de mi
conciencia terrenal.
En ese
momento, Dios me ofrece lo que Él es eternamente: la Sonrisa Inmortal.
Y cuando el
magneto del Interés de Dios me atrae ascendentemente, le doy a Él lo que
siempre he sido: mi llanto interno, el llanto interno del milenio.
Cuando
alcanzo lo Supremo de la fuerza de mi oración, Dios me hace el Sueño-realizado
de su Realidad. Es nuestra mutua entrega lo que nos hace inseparables.
A través de
mi oración, le ofrezco a Dios todo lo que tengo y todo lo que soy: Ignorancia.
Y a través de Su Compasión, Dios me ofrece lo que tiene y lo que es: la Paz, la
Luz, y la Bienaventuranza Divina que por siempre fluye.
En el mundo
Occidental, usamos el vehículo de la oración para alcanzar el Supremo.
En el mundo
Oriental, especialmente en la India, usamos el vehículo de la meditación. Ambas
son de importancia suprema; ambas son igualmente valiosas.
La oración y
la meditación, nos darán el mismo resultado garantizado, ambas son
espirituales.
Pero tenemos
que conocer lo que actualmente pasa cuando rezamos al igual que cuando
meditamos, aunque el resultado es el mismo.
Cuando rezamos, sentimos que Dios
es Él que escucha, y nosotros hablamos.
Nosotros
gemimos desde adentro, y Dios escucha nuestro gemido y nos consuela.
Nuestra
oración es nuestra conversación con Dios.
Pero cuando
meditamos, vaciamos nuestras mentes y purificamos nuestros corazones y llegamos
a ser la receptividad misma.
En ese
momento, Dios el Invitado, el eterno Invitado, entra en nosotros y se sienta en
el trono de nuestros corazones.
En esta
forma la conversación es siempre perfecta.
En la
oración, nosotros hablamos y Dios escucha; y en la meditación, Dios habla y
nosotros escuchamos.
Recemos;
Dios está sujeto a escuchar nuestras oraciones, nuestro gemido interno.
Meditemos;
nosotros estamos sujetos a escuchar la Voz de Dios, Su Voz interna.
La oración
nos dice que somos para Dios, para Dios solamente.
La
meditación nos dice que somos de Dios, solamente de Él.
Fue a través
de poder de la meditación, la meditación del alma, que el alma descendió en el
mundo físico.
Y ahora el
alma regresará a su propia Altitud Transcendental a través de su oración.
El alma
llega a ser una con la oración dirigida desde la tierra, y esta oración que la
tierra dirige eventualmente crece en la liberada comprensión del Cielo.
Recemos;
Dios nos escucha.
Meditemos;
escucharemos la Voz de Dios.
Cuando
rezamos, Dios llega a ser nuestro Amado Supremo y nosotros Su Amante eterno.
Cuando
meditamos, llegamos a ser el Amante de Dios y Él nuestro Amado Divino y
Supremo.
Sri Chinmoy
Traducido al Español por la Rev. Yin Zhi Shakya, OHY
Rezo a Dios porque existe en mi una gran necesidadl, que no es otra cosa que mi Ser intiente.
ResponderEliminarRezo a Dios porque toda mi existencia es la expresión de Su creación.
Rezo a Dios porque no sé hacer otra cosa que hablarle cuando ando sola y alegrarme de que Él anda ahí conmigo.
Rezo Dios porque Él está en mis que haceres.
Rezo a Dios porque mi vida no tendría sentido ni camino a donde ir Willy!!!!
Rezo Dios porque es Su Alma la que grita dentro de mi y me impulsa hacia Él.
Rezo Dios porque me elevo desde las alas de su Gracia.
Y cuando callo y lo siento.......mmmmmm!!!!
siento que Él reza en mi corazon dándome vida y amor!!!!
Por eso le rezo a Dios!!!!!
Gracias Alma querida!
EliminarHermosa oración-meditación... como siempre que emana del corazón!
Ese callar, es silencio... y es meditación... aunque en verdad mucho de lo que creemos que es meditación, no lo es en verdad, y cuando LO ES, ya no podemos decirlo, porque estamos en plena comunión con Dios, en ese SILENCIO que tan hermosa-mente has traído a mi día!
GRACIAS HERMANA LUNA, POR TANTO AMOR!
ABRAZO DE LUZ!