y vive dentro de ti,
esperando el momento de que te des cuenta
y fijes tu mirada en sus ojos.
Tu niña o tu niño interior existe, es tu alegría, tu capacidad de desenfadarte, tus ganas de soñar, tu ilusión, las cosas que valen la pena, el amar por el placer de amar, el compartir por diversión sin esperar nada a cambio, aquello que realizas con todo tu ser, la expresión de tu creatividad y de tu belleza.
Sería difícil de definir en una sola expresión, porque participa de muchos de los talentos de nuestro ser de energía. Así que lo justo es describirlo con todo aquello de lo que forma parte:
Desde un punto de vista energético, comprendiendo que cada persona es un ser de luz viviendo una experiencia física, el niño interior es aquella parte de tu energía que te conecta desde fuera, lo más externo físicamente, hasta lo más interno, el alma.
Desde otro punto de vista, sentir al niño interior es pararse, y descubrir qué sientes, qué quieres realmente, cuál es tu voz entre todas las voces que hay en tu mente.
Sería difícil de definir en una sola expresión, porque participa de muchos de los talentos de nuestro ser de energía. Así que lo justo es describirlo con todo aquello de lo que forma parte:
Desde un punto de vista energético, comprendiendo que cada persona es un ser de luz viviendo una experiencia física, el niño interior es aquella parte de tu energía que te conecta desde fuera, lo más externo físicamente, hasta lo más interno, el alma.
Esta conexión, este niño interior, vive en el corazón, este es su hogar.
Es el amor y la ternura hacia ti.
En el momento en el que tu cuerpo, tu mente, tus emociones se rigen desde el corazón y desde el amor hacia ti mismo, en ese momento es cuando te fundes con tu niño interior y sois un solo ser.
Ahí es cuando sientes amor, por ti, por las personas y por todo lo que te rodea. No es un amor ilusorio en el que te sientas por encima de los demás, mejor o peor que nadie. No es un espejismo que desaparece en cuanto te enfrentas a tu propia realidad o a la de los demás.
Es el Amor que nace de la aceptación de tu persona,
de la humildad,
del valor y el reconocimiento hacia ti,
de la ternura hacia ti.
Y al encontrarlo en tu interior,
lo encuentras en cada cosa,
en los demás,
sean conscientes o no, lo vivan o no.
Porque aunque no lo vivamos en un determinado momento,
está ahí, siempre estuvo ahí.
Desde otro punto de vista, sentir al niño interior es pararse, y descubrir qué sientes, qué quieres realmente, cuál es tu voz entre todas las voces que hay en tu mente.
Es el cuidado por tu corazón, tu integridad, tu humanidad, tu inocencia, tu sonrisa, tus ganas de reír, de compartir, de amar y de crear.
Así que da igual el punto desde el cual nos aproximemos a nuestro niño interior.
Así que da igual el punto desde el cual nos aproximemos a nuestro niño interior.
Desde experimentar nuestra esencia como ser de energía, o experimentar nuestra esencia amorosa como ser humano.
Es lo mismo con diferentes nombres y diferentes caminos, lo importante del CAMINO es que te lleve a ti.
Imagina que fuese posible estar sentada delante de la niña que eras cuando tenías dos años y mirarla a los ojos. Para lograrlo es tan sencillo como verte sentada en el suelo frente a esa niña. Ya estaríamos cambiando algo: nuestra actitud, la balanza de nuestro ego y nuestra humildad.
Y realmente se empieza así, sentándote frente a esa niña.
Está al alcance de todas las personas, no es necesario más que pararse un momento.
Puestos en el momento de realizar este encuentro, muchas veces va por delante nuestra cabeza pensando, anticipándose a qué se va a encontrar: cuál va a ser la mirada de ese niño, cuáles van a ser sus sentimientos hacia nosotros.
Y es curioso cómo sin pararnos nunca a pensar que tuviésemos una niña, un niño interior, en ese mismo momento en que lo conocemos (si es que no sabíamos ya de su existencia) sentimos que tenemos la responsabilidad de cuidarlo.
Imagina que fuese posible estar sentada delante de la niña que eras cuando tenías dos años y mirarla a los ojos. Para lograrlo es tan sencillo como verte sentada en el suelo frente a esa niña. Ya estaríamos cambiando algo: nuestra actitud, la balanza de nuestro ego y nuestra humildad.
Y realmente se empieza así, sentándote frente a esa niña.
Está al alcance de todas las personas, no es necesario más que pararse un momento.
Puestos en el momento de realizar este encuentro, muchas veces va por delante nuestra cabeza pensando, anticipándose a qué se va a encontrar: cuál va a ser la mirada de ese niño, cuáles van a ser sus sentimientos hacia nosotros.
Y es curioso cómo sin pararnos nunca a pensar que tuviésemos una niña, un niño interior, en ese mismo momento en que lo conocemos (si es que no sabíamos ya de su existencia) sentimos que tenemos la responsabilidad de cuidarlo.
Autor: Gemma Max
Gracias por estas hermosas palabras que enternecieron mi corazón y leí junto a esa niña hetmosa que guardo en mi ser. Ambas lloramos al reencontrarnos y vernos reflejadas en tus palabras. Ambas reímosde alegría al recordarme quien soy verdaderamente. Namaste, Willie.
ResponderEliminarGRACIAS SONIA!
EliminarSigan trabajando ambas... por ese AMOR QUE LAS UNE!
Ya subo la segunda parte, para profundizar...
ABRAZO DE LUZ Y GRACIAS POR ABRIRNOS EL CORAZÓN CON TU EXPERIENCIA!