Dios es el último Presente
en el triple sentido del eterno Ahora
de infinita presencia y absoluto don.
Este Ahora es nuestra existencia misma.
No tenemos miedo alguno de sustraernos a él,
no importa lo que hagamos;
somos siempre Ahora.
Ya sea que nos hundamos
en nuestros recuerdos más lejanos,
o que nos entreguemos a vastas aspiraciones,
seguiremos siendo siempre Ahora.
Porque siempre tratamos de evadirnos,
pasamos constantemente de largo
por su inexpresable esplendor.
Desde el momento
que dejamos de intentar escapar el Ahora
y nos entregamos a él por completo
nos damos cuenta de que él es el trazo de unión,
la identidad misma del Creador y de la criatura.
Este Ahora es el acto de amor inconmensurable
por el cual Dios nos trae al mundo,
se ofrece a nosotros,
se transforma en nosotros
segundo a segundo.
Por el hecho de que somos y existimos,
basta con ver la característica inevitable
y ya cumplida en plenitud de este amor.
...
El problema surge casi siempre
cuando queremos atrapar este instante,
atribuir a la unión mística
un contenido calificable.
La plenitud, que es espontaneidad pura,
se esfuma cuando pretendemos
retenerla y abrazarla.
Lo que así abrazamos
no es sino una imagen muerta,
el cadáver de nuestra propia avidez espiritual.
Maestro Eckhart
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