Ve primero a la experiencia del pensamiento
que está presente sin importar el pensamiento.
Piensa en lo que te parezca
y pregúntate cual es la relación
entre el pensamiento presente
y la consciencia en la que aparece.
Nuestro único conocimiento de un pensamiento
es la experiencia del pensar.
Comprueba antes de nada que esto es así
en tu experiencia consciente y pregúntate a ti mismo,
¿cuál es la relación entre el pensar
y aquello que conoce el pensar,
o aquello que es consciente de ello?
Ve si puedes encontrar dos cosas distintas:
uno, el pensar;
y dos, aquello que es consciente del pensar.
No se trata de filosofía sino experiencia.
¿Hay dos partes en la experiencia del pensar?
¿Una parte que conoce y otra parte que es conocida?
¿El yo que conoce y el pensamiento que es conocido?
O, más bien ¿es una sustancia indivisible,
sin costuras e íntima que podríamos llamar pensamiento,
constituida del conocer de sí misma
de igual forma que un email
está hecho de la pantalla en la que aparece?
Date cuenta de que la metáfora del espacio físico
en el que los objetos aparecen,
no es realmente precisa,
porque los objetos como las mesas y las sillas
que aparecen en el espacio físico
están hechos de algo distinto que el espacio en el que aparecen;
pero no es ese el caso
con nuestra experiencia.
Ve ahora a la experiencia de tu cuerpo.
Si nuestros ojos están cerrados,
el único conocimiento de nuestro cuerpo es la sensación presente
y el único conocimiento de la sensación presente es el sentir.
¿Está la sensación dividida en dos partes,
una que siente y otra que es sentida?
¿O es una única sustancia indivisible e íntima
constituida por el conocer?
¿Y qué hay del sonido del tráfico
hecho únicamente de la experiencia del oír?
¿Podemos encontrar dos partes en esta experiencia;
la parte del yo que escucha y la del tráfico que es escuchado?
¿O es una única sustancia íntima e indivisible hecha del conocimiento de sí misma?
Todo lo que conocemos es la experiencia, el experimentar;
y ese experimentar nunca está dividido en dos partes,
la que experimenta y la experimentada
sino que es siempre una única,
íntima e indivisible sustancia hecha del conocimiento de ello,
hecha de tu ser, de tu yo.
El pensador y el pensamiento, el sentimiento y el sintiente,
lo visto y el que ve, el amante y lo amado
son todo abstracciones
que el pensamiento ha superpuesto
a la realidad de nuestra experiencia.
Si vamos directamente a la realidad de nuestra experiencia,
todo lo que encontramos es el conocer,
y este conocer eres tú mismo.
Es la realidad de todas las cosas aparentes
y esa intimidad absoluta,
en la que no hay espacio para un yo y un tú,
donde no hay espacio para un yo y el mundo,
es a lo que se refiere la palabra "amor".
El amor,
la intimidad absoluta de la experiencia,
es la condición natural de todas las experiencias
y es, en realidad,
todo lo que eternamente es conocido.
Encuentro con Rupert Spira, Barcelona,
Sábado 25 de Febrero de 2012
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