En verdad, SER PADRE es un camino alternativo (involuntario pero eficaz) para aprender a AMAR COMO A SÍ MISMO.
Hace 2 mil años, le preguntaron a Jesús cual era el mandamiento principal o en lenguaje moderno, la mejor forma de conocer a Dios, de vivenciar nuestra real naturaleza.
Él dijo: Ama al prójimo como a ti mismo.
Esta enseñanza estuvo velada para mi durante mucho tiempo, porque no alcanzaba a entender cómo desde cuerpos separados y mentes condicionadas a esa partición existencial, podíamos llegar a amar así (o a re-unirnos) con otro ser o un semejante... ¿cómo podría surgir desde ese aislamiento un sentimiento tal que llegara a trascender esa frontera de separación material tan evidente para los sentidos y la mente?
Hasta que fui papá...
Desde el instante en que pude tener a mi hijo en brazos, experimenté una emoción única, deslumbrante e inexpresable de total comunión con ese ser tan indefenso, con su esencia, con su existencia milagrosa, con su más pura naturaleza... no había entre nosotros la más mínima diferenciación emocional.
(esto que digo sólo podrá entenderlo quien lo haya vivido)
Ya al entregárselo al neonatólogo me dolía desprenderme de ese "mi" pequeño... y que lo oscultaran o trataran como a un simple objeto... y al sentirlo llorar, sufría por lo traumático del cambio que estaba experimentando al enfrentarse al mundo real.
Ya crecido... cuando lo vi caerse al piso por primera vez y sus rodillas sangraron, sentí un dolor en todo el cuerpo, mucho más fuerte que cualquier golpe que me hubiera dado anteriormente, en mi propio cuerpo...
¡Entonces como un flash, comprendí de lo que Jesús hablaba!
Si bien a nosotros nos sucede esta simbiosis única, en función del típico de condicionamiento mental, el apego humano muy común que se apoya en la creencia de que ese cuerpo viene de nosotros (como cuerpos... e imagino que en una madre será más fuerte) ... lo que el Maestro decía, era sentir a ese cuerpo-de-luz, esa energía o ser, como una extensión del nuestro, como una parte de nosotros mismos "afuera".
Y si esa misma sensación de expansión, pudiera ser vivida desde la consciencia, desde el corazón, desde el centro impersonal de nuestro ser ... se extendería no sólo a nuestros hijos y familia, sino a todos los seres ¡sin excepción!
Parecería utópico o impracticable... si no fuera que el mismo Jesús lo realizó manifestándolo en su propia vida o evangelio:
La irradiación de Su corazón era tan potente que alcanzaba a todos los seres, haciéndolos sentir como algo no-diferente o fuera de lo que Él mismo encarnaba, de ese abrazo paternal que irradiaba y transmitía aún sin palabras.
Su compasión era natural y espontánea, su humildad sincera, su paz era de otro mundo, su amor incondicional, su vida ilimitada... su muerte "finalmente" resultó sólo aparente o física.
El hecho es, que si no hubiera sido papá, nunca lo hubiera comprendido totalmente...
Hubiera sido otro conocimiento intelectual acumulado por el ego, experto en obtener y archivar, que no fui capaz de hacerme carne, de aprender verdaderamente, de incorporarlo a mi vida real.
Sólo siendo PADRE
aprendí que mi ser no se reduce al cuerpo,
que mi cuerpo no es el límite de mi ser,
que mi ser no es mío,
que ESTE ser es AMOR
sin nacimiento
ni muerte,
ilimitado
y libre
por definición.
Y luego, no sólo se siente en situaciones de sufrimiento o dolor compartido, sino también en cada sonrisa, cada gesto, cada nuevo aprendizaje que el hijo amado alcanza...
Uno se abre todavía más, se expande hasta perderse y se siente como con más aire, con plena libertad, con más espacio para el corazón...
Y eso extendido a todos los seres, hace que nos asombremos y alegremos de un amanecer, de una flor que se abre, de un pájaro en la rama... o de la simpleza de la vida misma a cada paso del camino, bella y amorosa en todas sus manifestaciones.
Aprendemos a valorar cada instante sin necesitar el siguiente, sin que haga falta ni una cosa más... la entendemos perfecta... la amamos plena... la sabemos global... y esa sensación de total satisfacción y apertura natural, nos acompaña y a la vez nos señala cada nuevo desafío, cada paso a dar en el camino del Amor.
GRACIAS VIDA, GRACIAS MAESTRO, GRACIAS HIJOS...
Por traer consigo el Pan de este aprendizaje, que sólo puede experimentarse directamente, que sólo puede darse de corazón a corazón... de primera mano.
AMOR ES LO QUE SOMOS
CUANDO NO SOMOS
NINGUNA COSA
SEPARADA
-Caminante Willy-
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Gracias por abrir tu corazón y convertirte en una nueva LUZ para el camino...