Jihi es la compasión.
El amor tiene muchos grados, muchas formas.
El amor universal es el más profundo.
Si sentimos piedad por alguien,
no se trata solamente de comprender
su sufrimiento material,
afectivo, o su angustia.
Debemos llegar a ser como él,
debemos tener el mismo espíritu que él.
¿Cómo ayudar, cómo curar, cómo aliviar?
No debemos ver las cosas
desde nuestro punto de vista subjetivo,
sino que debemos convertirnos en el otro.
No debe haber dualidad.
No debemos amarle solamente,
sino que debemos identificamos con su espíritu.
En el amor egoísta se es siempre dos.
La compasión es unidad.
Cuando me encuentro con vosotros,
me convierto en vosotros mismos.
Una persona me hizo ayer un regalo.
Debo devolverle el doble.
El amor es a menudo todo lo contrario:
al final se huye, uno quiere escaparse...
La verdadera compasión es auténtica simpatía.
Debemos olvidarnos de nosotros mismos
y convertirnos en el otro.
Pero la compasión debe ir siempre
acompañada de la sabiduría.
La sabiduría debe estar en unidad
con la compasión.
En China y en el Japón hay muchos escritos sobre este tema.
El mundo entero lo proclama, de hecho,
pero en el budismo ha llegado a ser
una fuerza poderosa.
En el amor existe siempre una dualidad,
una oposición entre los miembros de la pareja.
En la compasión,
los dos seres se funden en uno.
El amor es relativo.
La compasión es comunión total de los seres.
El amor es ciego sin sabiduría.
Muchos padres aman a sus hijos con un apego egoísta.
Si se está demasiado apegado no se ama verdaderamente,
no se siente la verdadera compasión.
...
La dimensión última que se encuentra
en lo más profundo del ser humano,
la dimensión suprema de la vida,
es conciencia y amor universal.
La una no puede existir sin el otro.
Verdad y amor son una sola y misma cosa.
Se puede decir, pues, que la caridad activa
predicada por el cristianismo
está incluida en esta dimensión
y es su emanación directa.
El budismo Zen es también una religión del amor,
puesto que es la de los bodhisattvas:
abandonar todo para ayudar a los demás,
trabajar por la salvación de los demás
antes que por la nuestra propia
(en este aspecto va más lejos aún que el cristianismo).
Entre los preceptos que hay que observar,
el primero es "fuse", la caridad.
La caridad no consiste solamente en dar materialmente,
sino también moralmente,
en sacrificarse.
La caridad no es solamente dar a alguien,
sino darse, dar a Dios, a Buda.
Pero ¿de dónde nace la fuente de esta caridad activa
sino del conocimiento del corazón propio,
del propio ego profundo, que es el de todos?
¿De dónde nace sino de la meditación?
La enseñanza del Zen
consiste también en armonizarse,
en recitar los sutras con los demás,
en meditar juntos,
en desarrollar esta armonía juntos.
Ser monje, en japonés, significa armonizar.
La soledad espiritual interior es buena,
pero hay que armonizarse siempre,
hay que volverse hacia los demás.
«Ir todos juntos, más allá del más allá, por la otra orilla.»
Preguntas a un Maestro Zen
TAISEN DESHIMARU
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