Imaginemos de nuevo que padecemos una enfermedad en la piel y que nuestras heridas están infectadas. Como queremos que la piel se nos cure, acudiremos a un médico, y éste utilizará un escalpelo para abrir las heridas. Después las limpiará, aplicará un medicamento y las mantendrá limpias hasta que se curen y dejen de provocarnos dolor.
Pues bien, para sanar el cuerpo emocional procederemos del mismo modo. Abrir y limpiar las heridas, aplicar algún medicamento y mantenerlas limpias hasta que se curen. Pero ¿cómo las abriremos?
Utilizando la verdad como si se tratase de un escalpelo.
Hace dos mil años uno de los grandes maestros dijo: «Y conocerás la verdad y la verdad te hará libre».
La verdad es como un escalpelo porque produce dolor al abrir las heridas y descubrir todas las mentiras. Las heridas de nuestro cuerpo emocional están cubiertas por el sistema de negación, el sistema de mentiras que hemos creado a fin de protegerlas.
Ahora bien, sólo cuando miremos nuestras heridas con los ojos de la verdad, seremos finalmente capaces de sanarlas.
Empieza a practicar la verdad contigo mismo.
Cuando eres sincero contigo mismo,
comienzas a ver las cosas como son
y no como quieres que sean.
...
Quizá descubras que, lo que creíste que te había herido tan profundamente, nunca fue verdad. Y aún en el caso de que sí lo fuese, eso no significa que ahora lo continúe siendo...
Cuando utilizas la verdad, abres la herida y ves la injusticia desde una nueva perspectiva.
En este mundo, la verdad es relativa; cambia sin cesar porque vivimos en un mundo de ilusiones.
Lo que es verdad en este mismo instante no tiene por qué serlo más adelante. Y después, podría volver a serlo. En el infierno, la verdad también podría ser otro concepto, otra mentira capaz de ser utilizada en tu contra. Nuestro sistema de negación es tan fuerte y poderoso que se convierte en algo muy complicado.
Hay verdades que están ahí para tapar mentiras, y, a la vez, también hay mentiras que tapan la verdad. Es como pelar una cebolla, la verdad se revela poco a poco hasta que, al final, abres los ojos y descubres que todas las personas que te rodean, incluido tú mismo, mienten constantemente.
En este mundo de ilusión, casi todas las cosas son mentira.
Esa es la razón por la que les pido a mis aprendices que sigan las tres reglas para descubrir la verdad.
La primera es: No me creas. No tienes que creerme, sino pensar y hacer elecciones. Cuando te digo algo, cree en lo que tú quieras creer, pero sólo si tiene sentido para ti, si te hace feliz. Si te conduce hacia tu despertar, entonces haz esa elección y cree en ella. Soy responsable de lo que digo, pero no soy responsable de lo que tú comprendas. Vivimos en un sueño completamente diferente. Aunque lo que yo digo sea absolutamente cierto para mí, no significa que tenga que serlo para ti.
La primera regla resulta muy sencilla: No me creas.
La segunda regla es más difícil: No te creas a ti mismo. No te creas todas las mentiras que te dices: todas esas mentiras que tú nunca escogiste, pero que fuiste programado para creer. No te creas a ti mismo cuando te dices que no eres lo bastante bueno ni lo bastante fuerte ni lo bastante inteligente. No te creas tus propias
limitaciones y dificultades. No te creas que no eres digno de amor o de felicidad.
No te creas que no eres bello. No te creas ninguna cosa que te haga sufrir. No creas en tu desdicha. No creas en tu propio Juez o en tu propia Víctima. No te creas la voz interior que te dice que eres un estúpido, que te dice que te suicides. No te la creas porque no es verdad. Abre tus oídos, abre tu corazón y escucha. Cuando oigas que tu corazón te conduce hacia la felicidad, entonces haz una elección y mantenla. Pero no te creas a ti mismo sólo porque es algo que estás acostumbrado a decir, porque más del ochenta por ciento de las cosas que crees se basan en la mentira: no son verdad.
La segunda regla es difícil: No te creas a ti mismo.
La tercera regla es: No creas a nadie. No creas a otras personas porque todas mienten constantemente. Cuando hayas curado tus heridas emocionales y no sientas la necesidad de creer a otras personas sólo para ser aceptado, lo verás todo más claro. Verás si es negro o blanco, si es o no es. Lo que ahora mismo es, quizá no lo sea dentro de unos pocos instantes. Lo que ahora no está bien quizá lo esté dentro de unos momentos. Todo cambia muy rápido pero, si eres consciente, podrás ver cómo acontece.
No creas a los demás porque utilizarán tu propia estupidez para manipular tu mente. No le creas a una mujer que te diga que proviene de las Pléyades y que quiere salvar el mundo. ¡Malas noticias! No necesitamos que nadie venga a salvar el mundo. El mundo no necesita a intrusos que vengan del exterior a salvarnos. El mundo está vivo; es un ser vivo y es más inteligente que todos nosotros juntos. Si creemos que el mundo necesita ser salvado, pronto llegará alguien y dirá: «Bien, hay que escapar del planeta porque va a chocar contra nosotros un cometa. Mátate y ¡boom!, alcanzarás al cometa e irás al cielo».
No creas en ese tipo de historias. Crea tu propio sueño del cielo; nadie puede hacerlo por ti. Sólo el sentido común será capaz de conducirte hacia tu propia felicidad, tu propia creación.
La regla número tres resulta difícil porque necesitamos creer en otras personas. No creas en ellas.
No creas en mí, no creas en ti y no creas en nadie más.
Cuando no crees, todo lo que no es verdad desaparece
como por arte de magia en este mundo de ilusión.
Todo es lo que es.
No necesitas justificar lo que es verdad;
no tienes que dar explicaciones.
Lo que es verdad no necesita el apoyo de nadie.
Tus mentiras necesitan de tu apoyo. Necesitas crear una mentira que sostenga la primera mentira, después otra que sostenga a la última y otras más para sostener todas las mentiras juntas. Y así, al final, creas una gran estructura de mentiras, y cuando aparece la verdad, todo se desmorona.
Pero es así. No es necesario que te sientas culpable por decir mentiras. La mayoría de las mentiras en las que creemos, sencillamente se disiparán cuando dejemos de creer en ellas. Todo lo que no sea verdad no sobrevivirá al escepticismo; ahora bien, la verdad siempre sobrevivirá.
Lo que es verdad es cierto, lo creas o no lo creas.
Tu cuerpo está hecho de átomos.
No es necesario que te lo creas.
Lo creas o no lo creas, es verdad.
El universo está hecho de estrellas;
esto es verdad lo creas o no lo creas.
Sólo lo que es verdad sobrevivirá,
y esto incluye los conceptos que tienes sobre tu persona.
Extracto del libro:
LA MAESTRIA DEL AMOR
Sabiduría Tolteca
Dr. Miguel Ruiz
CORAZONEANDO... la VERDAD que está siempre aquí y ahora...
¡QUE YO SOY TÚ... y TÚ ERES YO... QUE SOMOS LUZ!
Hace años pasé por una enfermedad de la piel tremenda...y si,es cierto habian muchas cosas en las que tuve que dejar de creer para sanar.
ResponderEliminarAbrazos