“Ven, siéntate, descansa,
estás agotado.
Mira, estoy aquí…”
Y la alfombra que realmente nunca viste antes, porque estabas demasiado ocupado buscando la iluminación y la salvación y el amor en el futuro – observa como simplemente… está aquí… ofreciéndose plenamente a ti, postrada ante tu presencia, susurrando:
“Ven, puedes recostarte, sentarte, pararte,
no te pido absolutamente nada,
no quiero nada.
Estoy aquí…”
En realidad no viste la alfombra porque querías iluminarte primero. ¡Querías ser una persona iluminada parada en la alfombra!
Trabajarías en ti mismo por cuarenta años, meditando para alcanzar el Nirvana, para sanar tus traumas, para perfeccionar tu ‘yo’, para trascender tu ego, o para esperar hasta que estuvieras ‘listo’ antes de otorgarle algún valor a la alfombra, contemplando la alfombra, reconociendo la alfombra como una expresión divina, y como un tremendo regalo.
Todo era pospuesto, ¿lo ves?
Todo era un movimiento fuera de ‘lo que es’, fuera del extraordinario carácter sagrado de lo ordinario.
Era un desplazamiento hacia un futuro que jamás podría llegar…
La alfombra siempre estuvo aquí.
La silla siempre estuvo aquí.
Lista.
Viva.
Inocente.
Esperando.
La vida siempre estuvo aquí, ofreciéndose a sí misma, insinuándose, llamándote, invitándote, para que la vieras, invitándote a despertar, a volver a la vida, a ser un hijo de la presencia consciente.
Y sin embargo, tú estabas demasiado ocupado huyendo, hacia un ‘futuro’, hacia un sueño…
Tan sólo toma un momento.
Cualquier momento.
Este momento.
Y contémplalo en tu amorosa presencia consciente,
- Jeff Foster -
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