“Amémonos los unos a los otros como Dios nos ama a todos,
con un amor intenso y particular.
Seamos amables los unos con los otros:
Es mejor cometer faltas con amabilidad
que hacer milagros con falta de ella”
Madre Teresa
“En esto conocerán que sois mis discípulos:
si os tenéis amor los unos a los otros”
Jesús, (Juan 13:35)
Jesús vino a este mundo para una finalidad.
Vino a darnos la buena nueva de que Dios nos ama,
de que Dios es amor, de que te ama a ti y me ama a mí.
Pero ¿Cómo nos amo Jesús?
Pues dando su vida por nosotros.
Dios nos ama con tierno amor.
Eso es lo único que vino a enseñar Jesús:
Eso es lo único que vino a enseñar Jesús:
la ternura del amor de Dios.
“Yo te llamé por tu nombre y tú me perteneces”
(Isaías, 43:1).
¿Me amas? Cumple mis mandamientos.
Se mueve y gira sólo para llegar a un fin:
amaos los unos a los otros.
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma y con toda tu mente”
(Deuteronomio 6:5).
Este es el mandamiento de nuestro gran Dios
y Él no puede mandar lo imposible.
El amor es un fruto maduro en todo momento
y al alcance de todas las manos.
Cualquiera puede cogerlo y no hay fijado ningún límite.
Todos podemos llegar a ese amor mediante la meditación,
el espíritu de oración y sacrificio, y por una intensa vida interior.
No creas que para ser auténtico el amor tiene que ser extraordinario.
Lo que necesitamos es amar sin cansarnos.
¿Cómo arde una lámpara?
Gracias al continuo alimento de pequeñas gotas de aceite.
¿Qué son esas gotas de aceite en nuestras lámparas?
Son las pequeñas cosas de la vida cotidiana:
Fe, palabras de amabilidad,
pensar en los demás,
nuestra manera de estar en silencio,
de mirar, de hablar y de actuar.
No busquéis a Jesús fuera de vosotros.
Él no está fuera, está dentro de cada uno.
Mantened la llama de vuestra lámpara encendida
y lo reconoceréis.
Las palabras de Jesús
“Amaos como yo os he amado, los unos a los otros”
no sólo deberán iluminarnos sino también
ser una llama que consuma el egoísmo
que impide el crecimiento de la santidad.
Jesús nos amo hasta el final,
hasta el límite mismo del amor:
La cruz.
Este amor debe provenir de dentro,
de nuestra unión con Cristo.
Amar debe ser para nosotros algo tan normal
como vivir y respirar
día tras día
hasta la muerte.
Extracto de: EL AMOR MÁS GRANDE
MADRE TERESA DE CALCUTA
28. Dijo Jesús: «Yo estuve en medio del mundo
y me manifesté a ellos en carne.
Los hallé a todos ebrios (y) no encontré entre ellos uno siquiera con sed.
Y mi alma sintió dolor por los hijos de los hombres,
porque son ciegos en su corazón
y no se percatan de que han venido vacíos al mundo
y vacíos intentan otra vez salir de él.
Ahora bien: por el momento están ebrios,
pero cuando hayan expulsado su vino,
entonces se arrepentirán».
29. Dijo Jesús: «El que la carne haya llegado a ser
gracias al espíritu
es un prodigio;
gracias al espíritu
es un prodigio;
pero el que el espíritu (haya llegado a ser)
gracias al cuerpo,
gracias al cuerpo,
es prodigio [de prodigios].
Y yo me maravillo cómo esta gran riqueza
ha venido a alojarse en esta pobreza».
Extracto de:
EVANGELIO SEGÚN TOMÁS
(texto copto de Nag Hammadi)
“No se maravillen de que les dije:
Os es necesario nacer de nuevo”
(Juan 3:7)
"Uno con Dios"
Del Padre Celestial tengo el Espíritu,
y desde El comparto la Existencia.
Soy esa realidad que de sí mismo,
canalizó en un punto de Conciencia.
Enviándome a ser por los Caminos
todo lo que conlleva Su Presencia.
dándome para dar lo recibido,
sembrándome
para sembrar la Tierra.
De la Madre Terrenal
tengo mi cuerpo,
en su Amor y Sustancia fui formado.
Ella me dio la provisión y el Huerto
que de su Luz había generado.
Me dio el entorno de Su crecimiento
para que el mío fuera necesario;
un espacio abonado por el tiempo
y la
herramienta para trabajarlo.
De la Unión de los Dos tengo la vida
y en el vivir intento reflejarlos.
Dando paso a la herencia recibida,
realizando la Ley de realizarlos.
Y es que su Hijo en mí no existiría,
si no pudiera ser manifestado,
porque Su Amor no falla, ni culmina,
hasta
que no se halla consumado.
¡Para unirlos en mí daré la vida, amando
como soy también amado!
-Willy-
El hombre interior
no está en tiempo o lugar alguno,
sino que está pura y simplemente
en la eternidad.
Maestro Eckhart