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jueves, 26 de agosto de 2010

HUMILDAD: Ser como niños (sólo Amor)

Para evolucionar como seres humanos y trascender el ego heredado, es necesario que aprendamos a discernir perfectamente, a optar en forma correcta para unirnos al Ser-uno-Dios-Todo conscientemente, despiertos, en cada encrucijada, ante cada duda o vacilación. Permaneciendo atentos a las trampas de malos hábitos y costumbres condicionantes adquiridas. Pero tal logro será imposible de realizar si el mayor de todos los poderes no se ha instalado profundamente en nuestra conciencia.

Sin "humildad" jamás podremos superar esta etapa de condicionamiento existencial.

Nos dicen que emprendamos la "entrega", la sumisión al poder supremo. ¿Para qué seguir cargando las maletas un vez que abordamos el tren? Y es que ofrecer a la Voluntad Superior el curso que deben tomar los acontecimientos en los que nos vemos implicados no significa eludir nuestra responsabilidad particular, sino reconocer las propias limitaciones en cuanto a una comprensión perfecta de las causas y las derivaciones que debemos evaluar.

Pedir Luz no es asumir una postura facilista sino aceptar que no contamos con las herramientas necesarias como para formular un juicio certero, sin riesgo de equivocarnos impulsados por la inercia propia de nuestra humana condición, de nuesrtas reacciones.

“Que se haga Tu Voluntad” significa sencillamente renunciar a la omnipotencia, volviendo a ser los pequeños hijos del Amor que se refugian en El Padre cuando no encuentran claridad en la visión parcializada que reciben a través de sus sentidos.


      "humilde-ser" 
Ser humilde es saberse ciertamente sin el sobrante que de la vanidad, 
saber "qué somos" y que somos siempre.
Ser humilde es abrirse a la Unidad.

Ser humilde es dejarse de ser otro, para asumirse en pos de todo ser.
Ser humilde es saberse antes que todo,
un reflejo de todo lo que es.

Ser humilde es ganarse para el Uno, es entregarse en esa comunión.
Ser humilde es no hallar lugar alguno
que esté fuera de nuestro corazón.

Ser humilde implica transparencia, saberse sólo un rayo del gran Sol.
Ser humilde es hallar esa conciencia
de ser sólo instrumentos Su Amor.

                                                "Señor: hazme un instrumento de Tu Paz"
                                               

Debemos aprender a ser humildes como lo son aquellas criaturas elementales y elevar nuestros problemas al Señor, seguros de que nos contestará de manera infalible como un solo Ser a través de la Voz interior, en nuestra propia conciencia.

Al igual que otros seres más elevados espiritualmente nos sirven como punto de referencia para hallar el Camino hacia la unidad, así también nosotros somos las señales o los signos que muchas entidades utilizan para guiarse a través de la vida. Seamos conscientes o no de ello, siempre somos puntos de referencia para los demás; sin embargo se dice que el despertar del hombre se produce en el preciso momento en que se convierte en un instrumento consciente del Señor, cuando voluntariamente se une al propósito del Reino de los Cielos, cuando hace de su vida un canto a la unidad, un Himno al Amor.


Entregarnos por completo a la Voluntad de Dios es la actitud de vida que nos llevará a Casa con mayor seguridad y prontitud.

No es fácil de comprender inicialmente, pero una vez que realizamos que no somos nosotros los que actuamos, que somos solo instrumentos en Sus manos, experimentamos por fin esa paz que "trasciende toda comprensión", dejamos de preocuparnos por todo, nos liberamos de las dudas y los miedos que nos mantenían atados a nuestra estrecha personalidad, a sus condicionamientos. Éste es el verdadero sentido de la entrega, como vía de unificación o realización.


  "Aprender de los niños"

Si aprendes de tu niño, ya no tendrás más miedos ni más dudas
Sabrás que la verdad es el camino
que se abre paso en toda "criatura".


Si aprendes de tu niño, dejarás de vivir siempre intentando.
Si ves como el te ve, verás distinto
lo que hasta hoy te estaba molestando.

Si aprendes de tu niño, comprobarás que eres espontáneo,
que no hace falta nada conocido
para vivir seguro y relajado.

Si aprendes de tu niño, verás como la vida le responde,
devolviéndole un mundo florecido
al que de florecer nunca se esconde.

Si aprendes de tu niño, encontrarás al ser en todo el mundo,
verás un universo de cariño
hacerse realidad en un segundo.

¡Si aprendes de tu niño, te amarás a ti mismo más profundo!


                                       "Bienaventurados los humildes, porque de ellos es el Reino"


Los más grandes exponentes del Amor divino son también los máximos representantes de la conciencia humana. Seres como Gautama-Buda, Cristo-Jesús, San Francisco de Asís, Mahatama-Gandhi o Santa Teresa de Calcuta entre tantos otros, alcanzaron la inmortalidad realizando la unidad en sus vidas, llegando a realizar el Amor incondiconal al punto de ofrendar su ser íntegramente a sus semejantes, a sus hermanos, a su prójimo.

Y al concretar el Amor verdadero accedieron al más alto de los peldaños en la escala espiritual, al mayor de los conocimientos, a la sabiduría más amplia y más perfecta trascendiendo su condición asumida de simples individuos para reunirse a la única existencia, como seres funcionales y universales.

Y ese estado de perfección no fue alcanzado por ellos sacrificando su vida física simplemente, sino mediante una renunciación mucho más importante o trascendente, mediante la renunciación interior.

Ellos renunciaron al fruto de sus acciones, se negaron a ellos mismos no deseando nada para sí, rechazando cualquier recompensa, sin buscar ni siquiera el reconocimiento público de sus contemporáneos, seguros de que el mejor premio que un hombre puede llegar a obtener es el poder de servir a los demás, liberándose mediante la mencionada "entrega" de las limitaciones de su individualidad, de su ego.

   
"Primero ustedes, entonces yo."
   
Intento ser el último y no ser el primero,
para seguir creciendo hacia el ser interior,
para amarlos a todos del modo más sincero,
siendo menos que ustedes, pero algo más que yo ...

Intento ser de todos el hermano pequeño,
para amarlos por todo lo que son en verdad,
para no olvidar nunca lo mucho que me dieron
y servirlos siempre con Amor y humildad ...

Intento ser el punto más lejano del centro,
para llevar de vuelta a todos en mis pasos,
para ampliar horizontes desde afuera hacia adentro
y luego refundirlos en un inmenso abrazo.

Intento ser el chico que llegue hasta el más grande,
para que nada quede afuera de Su ser,
para que todo entre, para que todo encaje,
para que nadie tenga que morir otra vez.

Intento ser el último que llegue a verdadero,
para no olvidarme ni una luz apagada,
para que medio mundo se vuelva un mundo entero,
para ser junto a todos en lugar de ser nada.

Intento ir tras el Cristo, marchando desde atrás,
ser el último hermano, el que marque el final,
no quiero el paraíso, ni la eternidad,
hasta que cada uno pueda encontrar Su Paz.

Intento desde el fondo poder ver al Señor,
llegar a conocerlo desde el lugar peor,
así todo entremedio recibirá Su Amor
y al fin ¡todos seremos UN SOLO CORAZÓN!

Esta enseñanza también está muy claramente manifestada en el sentido inverso, porque así como estos seres lograron la inmortalidad, hubo muchísimos otros que teniendo la inteligencia suficiente, la preparación adecuada y el entorno propicio, carecieron de la fuerza de voluntad necesaria para trascender su egoísmo, hundiéndose y quedándose enredados en un montón de teorías inútiles y definiciones contradictorias, que habiendo surgido condicionadas desde mentes perdidas o confusas, no pudieron perdurar más de lo que dura una ilusión, ni ayudar a nadie más de lo que ayuda una desgracia, ni formar parte de la única e irrefutable Verdad que nos comprende a todos.

Podemos llegar a confundirnos creyendo que tenemos una parte de esa verdad, podemos escribir sobre ella y hasta intentar la creación de un sistema de estudio para alcanzarla, pero al llegar el momento en que debemos llevarla a la práctica en nuestra propia vida, es la incapacidad para realizarla  lo que deja al descubierto la inconsistencia de nuestras teorías, de nuestra postura conceptual y artificial por añadidura.

A la Verdad que somos en esencia tenemos que llegar por méritos propios, no adhiriendo a Ella solo verbalmente, sino aprendiendo a vivir en permanente comunión con Ella, para que pueda ser en nosotros espontáneamente, así como todo crece de adentro hacia afuera, expandiéndose gradualmente, naturalmente.

Los grandes maestros de todas las épocas, de todas las religiones y filosofías nos aseguran que la meta principal del hombre es: “Elevarse sobre la dualidad de la creación, y percibir la unidad del Creador.”

Y son estos mismos grandes hombres los que nos enseñan con su ejemplo que no es necesario abandonar nuestras ocupaciones habituales para unirnos a Dios, que lo importante es la renunciación interna, no apegarnos a nuestras posesiones circunstanciales, ni a nuestros trabajos, ni siquiera a nuestros familiares, amigos u hogares sino "vivir el momento" conscientes de estar sirviendo al Señor al cumplir correctamente hasta el más mínimo de los deberes mundanos sin desear recompensa alguna, ya sea esta material o espiritual. Esa entrega en nuestro día-a-día es la que marca "la" diferencia en nuestro camino espiritual, la que nos hace experimentar directamente los milagros del amor omniabarcante.
 
“Ser amor”

Yo sólo soy los seres que me aman,
soy nada más que el fruto de su Amor.
Todos los seres son mi propia alma,
todos los seres son mi Creador;
yo sólo soy la vida que me alcanza
y que me alza en un pequeño yo.

Yo sólo soy los seres que me aman,
soy un destello de lo Superior.
Todos los seres forjan mis entrañas,
es su Luz la que alumbra mi interior.
Mi ser es sólo una circunstancia,
lo único real es ese Amor.

Yo sólo soy los seres que me aman,
ellos son la Verdad, yo la ilusión.
Yo soy la ola, ellos son el Agua,
yo soy sólo un instante de su acción.
Mi yo, sin esa unión no vale nada:
mi ser no puede ser sin corazón.

Yo soy todos los seres que aman,
en ellos me reencuentro con mi Dios.
Todos los que comprendo son mi causa,
todos los que aún ignoro, mi misión.
En verdad, yo soy el único que falta:
pues aún debo aprender a ser Amor.


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