lunes, 24 de noviembre de 2014

NO HAY MÁS QUE AMOR



El psicoanálisis nos ha enseñado que muchos odios desconocidos 
y temores y aún enfermedades físicas 
con frecuencia no son sino amor 
que rehúsa reconocerse como tal, 
amor que se ha vuelto enfermo 
porque no reconoce su verdadera naturaleza 
y ha perdido de vista su objetivo.

Los conflictos en el mundo no se deben a la ausencia del amor, 
sino al amor que no se reconoce a sí mismo, 
que es infiel a su propia realidad. 

La crueldad es el amor sin dirección. 
El odio es el amor frustrado.


El amor no está sólo en la mente o el corazón, 
es más que el pensamiento y el deseo. 

El amor es acción: 
y solamente en el acto del amor 
alcanzamos la intuición contemplativa 
de la sabiduría amorosa. 

Esta intuición contemplativa 
es un acto de una especie más elevada, 
un amor más puro. 

El amor disuelve la aparente contradicción 
entre la acción y la contemplación.

Para alcanzar un maduro acto de amor, 
debemos primero experimentar contradicción y conflicto. 

El amor es una cima de libertad 
y de plena conciencia personal. 


El amor se encuentra a sí mismo 
solamente en el acto. 

El amor que actúa sin conocimiento, 
a pesar de él mismo y en contra de su misma naturaleza, 
no alcanza la plena conciencia de sí mismo. 

Queda escondido de sí mismo. 
Y no logra actuar perfectamente como amor. 

Es visto como algo "distinto" del amor.

Todo amor que no es entrega de sí mismo 
totalmente libre y espontánea, 
tiene en sí mismo un sabor a muerte. 

Esto quiere decir que todo nuestro amor 
como hombres ordinarios que no somos santos ni místicos, 
está lleno de contradicción, conflicto, amargura. 
Y tiene ese sabor a muerte.

Y podríamos añadir que es en el conflicto y la contradicción 
del amor que no es todavía verdadero, 
donde podemos descubrir 
el camino del amor verdadero. 

Es aceptando en nuestra plena conciencia un amor imperfecto,
cuando el amor llegará a su perfección.

El primer paso para alcanzar la verdad y pureza del amor 
es reconocer en nosotros ese amor 
que no es todavía puro, 
pero que sin embargo es amor, 
y que aspira por su misma naturaleza a ser puro.

Todas las virtudes son aspectos del amor, 
y todos los vicios son también aspectos del amor. 

Las virtudes son manifestaciones de un amor 
que está vivo y sano. 

Los vicios son síntomas de un amor 
enfermo porque rehúsa ser él mismo.

En realidad no hay más que amor. 

Pero este amor podría estar 
en contradicción consigo mismo. 

Puede ser al mismo tiempo amor y odio, 
amor y codicia, 
amor y miedo, 
amor y celos, 
amor y lujuria. 



Su destino es ser simplemente amor, 
sin ninguna otra cosa contradictoria. 

Pero no puede cumplir este destino 
si nosotros tratamos únicamente de suprimir 
el odio, la codicia, el miedo, los celos, la lujuria...

Estas fuerzas malignas reciben su poder solamente del amor. 

Suprimirlas es suprimir el amor. 

Debieran más bien, por el contrario, 
ser conscientes de sí mismas como amor, 
y cuando lo sean, 
ya no desviarán la energía del amor 
para servir a lo que no es amor.

Thomas Merton




3 comentarios:

  1. Gracias, como siempre inspirador. Después de mi propia travesía del desierto vuelvo a saludarte con mas ganas. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Amiga!

      Gracias por volver, por estar en resonancia, por reconocerte como un ser que se recrea en el ambiente humano constante-mente... pero de corazón!

      Ese crearnos desde el corazón, es como el agua en el desierto para nuestra existencia... es atravesar toda experiencia, por ardua que sea, sin dejar de sentir dentro el calor del hogar, el silencio original, la unidad con la fuente eterna de infinito AMOR!

      GRACIAS POR TU SER!!

      ABRAZO EN ESTA NUEVA LUZ!

      Eliminar

Gracias por abrir tu corazón y convertirte en una nueva LUZ para el camino...