miércoles, 4 de marzo de 2015

La RUEDA del Amor eterno



La mayor felicidad consiste en ayudar a los demás.

Realmente creo que mi verdad 
es una verdad universal que está por encima 
de cualquier religión, situación económica, raza o color, 
y que la compartimos todos 
en la experiencia normal de la vida.

Todas las personas procedemos de la misma fuente 
y regresamos a esa misma fuente.

Todos hemos de aprender a amar y a ser amados incondicionalmente.

Todas las penurias que se sufren en la vida, 
todas las tribulaciones y pesadillas, 
todas las cosas que podríamos considerar castigos de Dios, 
son en realidad regalos. 

Son la oportunidad para crecer, 
que es la única finalidad de la vida.

No se puede sanar al mundo 
sin sanarse primero a sí mismo.

Si estamos dispuestos para las experiencias espirituales 
y no tenemos miedo, las tendremos,
sin necesidad de un gurú o un maestro 
que nos diga cómo hacerlo.

Cuando nacimos de la fuente a la que yo llamo Dios, 
fuimos dotados de una faceta de la divinidad; 
eso es lo que nos da el conocimiento 
de nuestra inmortalidad.


Debemos vivir hasta morir.

Nadie muere solo.

Todos somos amados 
con un amor 
que trasciende la comprensión.

Todos somos bendecidos y guiados. 
Es importante que hagamos solamente aquello 
que nos gusta hacer. 

Podemos ser pobres, podemos pasar hambre, 
podemos vivir en una casa destartalada,
pero vamos a vivir plenamente. 

Y al final de nuestros días 
vamos a bendecir nuestra vida 
porque hemos hecho 
lo que vinimos a hacer.

La lección más difícil de aprender 
es el amor incondicional.

Morir no es algo que haya que temer; 
puede ser la experiencia 
más maravillosa de la vida.

Todo depende de cómo hemos vivido.

La muerte es sólo una transición de esta vida 
a otra existencia 
en la cual ya no hay dolor ni angustias.

Todo es soportable cuando hay amor.



Mi deseo es que usted trate 
de dar más amor a más personas.

¡Lo único que vive eternamente es el amor!




LA RUEDA DE LA VIDA
ELIZABETH KÜBLER-ROSS

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